Hace 32 años, 'Nati' consiguió el oro como jugadora de menores, ahora lo logró como entrenadora. "Hace mucho venimos trabajando para esto", dijo.
Angelo Torres Zevallos.
Angelo Torres Zevallos.
Dueña de un carácter fuerte, casi tanto como cuando le pegaba a la pelota en su época de jugadora, Natalia Málaga nunca se dio por rendida. Esta vez le tocó estar en la zona técnica y gozar con cada punto, sufrir con cada error pero convencida de que ganarle a Brasil –después de 19 años en cualquiera de las categorías– no era una tarea imposible.Retroceder nunca, rendirse jamás parece ser el título perfecto para esta película con final feliz.
Perú campeón, ese grito que no se escuchaba hace mucho retumbaba en el Coliseo Miguel Grau del Callao después del ataque peruano que decretó el 15-10 en el quinto set, cuando Natalia dejó la actitud seria y se abrazó con su comando técnico para celebrar un título que se consigue después de 32 años. La última vez que vencimos a las brasileñas en esta categoría, Málaga era jugadora de ese equipo que tocó la gloria en Sao Paulo.
Esta vez con buzo y con su voz como sello distintivo, le tocó liderar a este grupo de jóvenes jugadoras que son el futuro del deporte que más alegrías nos ha dado en la historia. "Hace años que venimos trabajando para esto. Fue planificado, a conciencia. El equipo ha sido bastante regular en todos los partidos, estuvo bien trabajado y tienen grandes condiciones muchas de las chicas. Me ilusiono mucho", cuenta Natalia mientras algunas lágrimas tocan su rostro que ha sentido el paso de los años pero que no perdió la esperanza.
Cuando le preguntan si es que se considera un pilar en este logro, Málaga responde con sencillez y facilidad, y les atribuye el éxito a estas chicas que se hicieron grandes en un abrir y cerrar de ojos. "Le ha podido tocar a cualquier entrenador, yo solo saqué lo mejor de ellas. Tuve la suerte de estar en este momento", dijo la entrenadora que aplaudió el apoyo del público que nunca se rindió durante los cinco sets. "La gente ha sido importantísima, gran parte del triunfo ha sido por su ayuda. Ellos las han levantado con su aliento cuando hemos tenido algún error. No pararon de gritar".
Orden y disciplina, una forma de vivir de Natalia Málaga que le contagió a este equipo un espíritu combativo, que nunca se dio por rendido. La clasificación al Mundial de Tailandia ya estaba sellada ante Argentina pero el hambre de gloria, las ganas de triunfar fueron contagiadas por 'Doña Bárbara' que usó las palabras correctas siempre para hacer reaccionar a su sexteto. "Ellas van a ir madurando y serán unas grandes jugadoras. Quiero seguir pidiendo más, porque sé que tienen mucho por dar. A veces he sido dura con las chicas pero sin mano dura no se pueden conseguir logros como este", sostuvo.
Mientras sonaba el himno nacional en la premiación, Natalia tenía la sonrisa de felicidad tatuada, imposible de sacar. Con la bandera peruana recibe la medalla de oro, ese metal precioso que lleva orgullosa en el cuello, igual que hace 32 años cuando le tocó estar dentro de la cancha y luchar por ella.
Imposible no emocionarse con ella, no sentir las vibraciones de que el futuro será mejor respaldado por este éxito pero también con mucho trabajo para seguir cosechando títulos. Perú vuelve al lugar que se lo merece también por Natalia.
SABÍA QUE...
Un currículum lleno de éxitos tiene Natalia. Como jugadora logró la medalla de plata en Seúl 88, cuatro títulos sudamericanos en 1983, 1985, 1987, 1993 y dos subtítulos continentales.
Además como entrenadora logró la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud en el 2010, el mismo año que consiguió el subcampeonato sudamericano juvenil. El año pasado ganó la Copa Panamericana de la misma categoría.
ANÁLISIS
'Doña Bárbara': el estilo de una luchadora
Michel Dancourt
Editor de Deportes
Ante la duda el coraje. Frente a la adversidad, el corazón inflamado de rabia y tenacidad. Natalia Málaga no tendrá los modales para dirigir jamás una escuela de modelaje o etiqueta social, pero tiene un temperamento que transmite, que contagia, que les haría bien a deportes como el fútbol, donde a veces vemos que en lugar de un entrenador y un caudillo, tenemos más bien a un abuelo chocho que tolera todo.
No es casual que el Perú, en menos de dos meses, logre dos clasificaciones mundialistas en el vóleibol femenino. No es gratuito. Y no hay que ser mezquinos. Sin duda ella es la gran responsable de esta inmensa alegría. En la final del sudamericano juvenil le ganamos un set a Brasil haciendo un partido tremendamente digno y parejo. Ayer, dirigiendo su aguerrido sexteto de menores, convirtió en un loquerío el Miguel Grau del Callao porque logramos la hazaña: ser campeones sudamericanos sobre las auriverdes en cinco dramáticos sets. Si el partido ante Argentina aceleró las pulsaciones –también en la semifinal nos fuimos hasta el quinto– ayer muchos salieron del coliseo directamente a la consulta médica porque la emoción desbordó a todos, a nosotros, a todos. Hasta Miguel Portanova, el colega tan identificado con el vóleibol y vaya a uno saber por qué olvidado ahora por la televisión, saltó sin parar en las graderías en un escenario que, se nos ocurre, debería ser bautizado “Como la casa del vóleibol”. Ganarle a Brasil después de 32 años una definición, vivir esta hermosa euforia colectiva, sentir en la piel el manto de cariño que arropó a las chicas cerca del mar chalaco, es razón para jugar siempre ahí desde ahora. Lo siento por el Dibós, pero no en vano el escenario porteño lleva el nombre de Miguel Grau y entonces ahí, en sus entrañas, las chicas también hicieron historia y pasaron a la categoría de héroes deportivas.
Finalmente Natalia, 'Doña Bárbara', no se inmutó por críticas oportunistas. No lo hizo antes, cuando jugaba sin ser muy alta, cuando no tenía la fama de otras consagradas y sin embargo terminaba siendo siempre de las mejores. Y tampoco ahora. Porque más allá de su estilo directo de decir las cosas sin anestesia, se ha ganado a pulso algo que otros quisieran tener: el respeto de sus jugadoras. Para que me entiendas, ‘Nati’: ¡Gracias, carajo!
Fuente: La República Digital



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